🌅 El Despertar de una Búsqueda
Todo comenzó una mañana con una pregunta aparentemente simple sobre colores en un diccionario de escatología. Había leído e investigado hace mucho tiempo acerca de que las civilizaciones antiguas no poseían el concepto del color azul1.
Entonces, en escatología, ¿por qué veo que categorizan el azul y el negro de manera tan distinta?
¿Por qué el azul es el color asociado a lo celestial y el negro el de la muerte,
cuando en realidad el negro también es el inicio de la vida o la inexistencia de la luz? ( Génesis 1:1 – 4 )
Esta reflexión me llevó a releer Génesis 1, donde descubrí que al describir la creación se describen lugares o cosas sin describir sus colores.
Los lugares y cosas que se describen —los cuales en adelante llamaré elementos— son:
Luz, Tinieblas, Abismo, Aguas; Cielo, Tierra, Mares, Manantiales y Luminarias.
Como explica Andy en el curso de Génesis2, en los primeros días de la creación el Señor crea esos elementos, y luego en los días restantes los llena: les coloca seres vivos y, al último día, coloca al ser humano para gobernar todo lo creado en la Tierra.
🦖 Entonces me pregunté: ¿Están todos estos mismos lugares y objetos animados e inanimados en Apocalipsis? Y me propuse buscarlos para ver cómo terminaba la historia de cada uno. Empecemos a comparar los libros de Apocalipsis y Génesis a ver qué obtenemos, comencemos a enumerarlos uno por uno:
1. Tierra y Mar
La Tierra y el Mar aparecen en Génesis 1:9–10 y si leemos en Apocalipsis vemos que una de las copas se derrama sobre ellos:
Apocalipsis 16:2–3 (Juicio)
“Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen. El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y este se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.”
En consecuencia Dios toma una acción de restauración:
Apocalipsis 21:1 (Restauración)
“Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, y el mar ya no existía más.”
Precedente en Génesis
La Tierra, y todo lo que en ella hay, fue sujeta a maldición por culpa del mismo ser humano que estaba gobernándola al pecar (Génesis 3:17–19). Al ser humano se lo aparta del árbol de la vida quitándole el acceso a la vida eterna. Luego, al árbol de la vida se le colocan querubines alrededor (Génesis 3:24). En otros pasajes, los querubines aparecen rodeando el trono de Dios, simbolizando su presencia y la santidad absoluta del Lugar Santo (Ezequiel 1; Ezequiel 10; Apocalipsis 4:6–8).
El patrón de juicio y redención
En Apocalipsis observamos un contraste fascinante entre el juicio (16:2–3) y la restauración final (21:1):
El mar: En Génesis, Dios separa las aguas para formar los mares (Génesis 1:9–10). En Apocalipsis, el mar es el lugar de donde surge la bestia (Apocalipsis 13:1) y representa la fuente de oposición a Dios. Este mar, que se llena de sangre de muerte en el juicio, finalmente entrega a sus muertos (Apocalipsis 20:13) y desaparece por completo.
La tierra y el cielo: “El primer cielo y la primera tierra pasaron” (Apocalipsis 21:1). A diferencia del mar, que ya no existe más, Dios hace un cielo nuevo y una tierra nueva. Como declara desde el trono: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5). La tierra que llevó enfermedad sobre los idólatras es hecha completamente nueva y santa.
2. Manantiales y Ríos
En Génesis 2:6–10 leemos:
“…sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra (…)
Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.”
Los ríos y manantiales están presentes desde el principio de la creación, regando la tierra y el huerto.
Apocalipsis 16:4 (Juicio)
“El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.”
Apocalipsis 21:6 NTV (Restauración)
“También dijo: «¡Todo ha terminado! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. A todo el que tenga sed, yo le daré a beber gratuitamente de los manantiales del agua de la vida.»”
El contraste profético
Los manantiales y ríos que en Génesis daban vida a toda la creación, en el juicio se convierten en sangre. Pero en la restauración final, los manantiales del agua de la vida fluyen directamente de Dios mismo.
En Juan 4:14, Cristo se identifica como la fuente de agua viva. Como le dijo a la mujer samaritana:
Juan 4:14
“El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
3. Gran Río Éufrates y Río de la calle principal
Precedente en Génesis
En Génesis 2:14 se menciona:
“Y el cuarto río es el Éufrates.”
Este río forma parte de los cuatro ríos que salían del Edén para regar el huerto, fijando los límites geográficos establecidos por Dios.
Apocalipsis 16:12 (Juicio)
“Luego el sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y este se secó para que los reyes del oriente pudieran marchar con sus ejércitos sin obstáculos hacia el occidente.”
Apocalipsis 22:1–2 NTV (Restauración)
“Luego el ángel me mostró un río con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluía del trono de Dios y del Cordero. Fluía por el centro de la calle principal. A cada lado del río crecía el árbol de la vida, el cual produce doce cosechas de fruto, y una cosecha nueva cada mes. Las hojas se usaban como medicina para sanar a las naciones.”
Un río que se seca y permite la guerra entre naciones y un río que tiene el agua de la vida
El gran río Éufrates, que históricamente sirvió como frontera y barrera natural creada por Dios en Génesis, se seca para permitir el paso de ejércitos hacia la batalla final (Armagedón)34. Su sequía facilita la guerra y la destrucción.
En contraposición, el río de la ciudad celestial fluye desde el mismo trono de Dios, corriendo por la calle principal de la nueva Jerusalén. Este río tiene agua de vida y a cada lado de él crece el árbol de la vida, cuyas hojas sirven como medicina para sanar a las naciones.
4. Luz y Luminarias: Sol, Luna, Estrellas
Precedente en Génesis
Génesis 1:14–16 Dios pone a los astros para señorear los cielos. Primeramente veremos el uso de la imagen de la Luz en el sentido cristológico:
Cristo: La Luz verdadera encarnada
Jesús mientras estaba en la tierra dijo que él era la Luz del mundo y acorde a Pablo nosotros somos luminares del mundo:
Jesús como la Luz del mundo
Juan 8:12; 9:5
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida… Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo."
Los hijos de Dios como luminares del mundo
Filipenses 2:15-16; Mateo 5:14-16
Filipenses 2:15-16
“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo, asidos de la palabra de vida…”Mateo 5:14-16
“Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Teniendo esto en cuenta, veamos qué pasa con las luminarias en Apocalipsis 16:
Apocalipsis 16:8-9
“Entonces el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, esto hacía que quemara a todos con su fuego. Todos sufrieron quemaduras debido a la descarga de calor y maldijeron el nombre de Dios, quien tenía control sobre todas estas plagas. No se arrepintieron de sus pecados ni se volvieron a Dios ni le dieron la gloria."
Apocalipsis 22:3-5 NTV
“Ya no habrá más maldición sobre ninguna cosa, porque allí estará el trono de Dios y del Cordero, y sus siervos lo adorarán. Verán su rostro y tendrán su nombre escrito en la frente. Allí no existirá la noche —no habrá necesidad de la luz de lámparas ni del sol— porque el Señor Dios brillará sobre ellos. Y ellos reinarán por siempre y para siempre.”
Del Señoreo de las luminarias al Señorío divino
Anotemos el patrón:
- Génesis: Dios crea luminarias para “señorear” y marcar los tiempos.
- Encarnación: Cristo se encarna en la tierra como “la luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (Juan 1:9), cumpliendo la realidad espiritual que las luminarias físicas solo simbolizaban.
- Tiempo actual, en la Iglesia: Los seguidores de Jesús se convierten en “luminares en el mundo” (Fil. 2:15), reflejando la luz de Cristo y dando gloria al Padre.
- Juicio: Las luminarias creadas, que algunos adoran en lugar del Creador, se vuelven instrumentos de juicio. Aquellos que rechazaron la luz verdadera (Cristo) y a sus luminares (la Iglesia) experimentan el terror bajo el sol abrasador.
Es significativo que las luminarias ya experimentan juicio en la 4ª trompeta (Apocalipsis 8:12), donde “se oscureció la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas.” La 4ª copa intensifica este juicio, mostrando cómo las luminarias de Génesis pasan de ser oscurecidas (o caerse) a convertirse en elementos de juicio.
- Restauración: Todas las luminarias creadas son innecesarias, porque el mismo Señor Dios ahora ilumina a todos. El pueblo redimido, que una vez fue “luz del mundo”, ahora reina eternamente.
La paradoja de la luz
Aquellos que rechazan a Cristo (la luz verdadera) y persiguen a su pueblo (los luminares) terminan maldiciendo bajo el sol (una luminaria que algunos adoran como dios) que los quema, mientras que quienes abrazan la luz verdadera reinan eternamente bajo la gloria de Dios.
5. El Trono
Precedente en Génesis
Aunque en Génesis no se menciona explícitamente un trono, la soberanía de Dios se establece desde el primer momento: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”
Los cielos son posteriormente identificados como el trono de Dios (Isaías 66:1), estableciendo desde la creación su autoridad suprema.
En Apocalipsis hay dos tronos, uno es el trono de la bestia, el cual es juzgado:
Apocalipsis 16:10-11
“Después el quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y el reino de la bestia quedó sumergido en la oscuridad. Sus súbditos rechinaban los dientes por la angustia y maldecían al Dios del cielo por los dolores y las llagas, pero no se arrepintieron de sus fechorías ni volvieron a Dios."
Y también tenemos el trono de Dios:
Apocalipsis 22:1-4 NTV
“Luego el ángel me mostró un río con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluía del trono de Dios y del Cordero. Fluía por el centro de la calle principal. A cada lado del río crecía el árbol de la vida, el cual produce doce cosechas de fruto, y una cosecha nueva cada mes. Las hojas se usaban como medicina para sanar a las naciones.
Ya no habrá más maldición sobre ninguna cosa, porque allí estará el trono de Dios y del Cordero, y sus siervos lo adorarán. Verán su rostro y tendrán su nombre escrito en la frente."
Hay un contraste clave entre el reino y trono de la bestia con el reino y trono de Dios y del Cordero. La adoración a la bestia acarrea maldición, enfermedad, angustia y quejas, pero en la santa ciudad donde está el trono de Dios hay vida y sanidad.
Contraste fascinante
“No se volvieron” vs “Verán su rostro”
La diferencia entre el rechazo obstinado y la adoración íntima.
Trono de la gran Ramera
En Apocalipsis 17 se habla del trono de la mujer borracha de la sangre de los santos, la cual sedujo a las naciones a pecar. Existe un contraste entre ella y la Esposa del Cordero que reinará y que es santa.
El Descenso del trono de Dios
El trono desciende a la tierra, que es el estrado de los pies de Dios (Isaías 66:1).
La imagen de los cielos cobra vital importancia al recordar que “los cielos anuncian la gloria de Dios y el firmamento la obra de sus manos” (Salmo 19:1). Este descenso forma parte del plan divino de establecer su reino en la tierra.
Los ángeles también participan de este movimiento descendente. En Apocalipsis 18:1 vemos al ángel que “baja del cielo con gran autoridad”, y entonces, “la tierra se iluminó con su gloria” (v. 2). Si leemos en Apocalipsis, podemos ver que los cielos albergan a los santos, a Dios y al Cordero, y a los ángeles; cada uno debe descender en su debido tiempo para cumplir su papel: los ángeles para juicio y los santos para heredar la tierra.
Esta diferenciación muestra cómo el descenso divino no solo trae juicio, sino también restauración y cumplimiento de las promesas divinas, estableciendo finalmente el reino de justicia que reemplazará todos los poderes corruptos terrestres.
6. La Consumación Final
Finalizamos con estos últimos textos para luego dar paso a una conclusión general:
Apocalipsis 16:17–20 (Juicio)
“Luego el séptimo ángel derramó su copa en el aire, y desde el trono del templo salió un fuerte grito: «¡Todo ha terminado!». Entonces rugieron y retumbaron truenos, y salieron relámpagos; y se produjo un fuerte terremoto, el peor desde que el hombre fue puesto sobre la tierra. La gran ciudad de Babilonia se partió en tres secciones, y las ciudades de muchas naciones cayeron y quedaron reducidas a escombros. Así que Dios se acordó de todos los pecados de Babilonia, y la hizo beber de la copa que estaba llena del vino del furor de su ira. Entonces desaparecieron todas las islas, y las montañas se vinieron abajo y no existieron más.”
Apocalipsis 22:6 NTV (Consumación)
“Entonces el ángel me dijo: «Todo lo que has oído y visto es verdadero y digno de confianza. El Señor Dios, que inspira a sus profetas, ha enviado a su ángel para decirles a sus siervos lo que pronto sucederá».”
Antes de hacer un cierre – Observaciones
Antes de hacer un cierre expondré algunas observaciones fuera del hilo principal pero que concluyen ideas clave
Acerca del tiempo
Escribe lo que has visto, tanto las cosas que suceden ahora, como las que van a suceder (Apocalipsis 1:17‑19)
Las promesas eran para ese momento y para el futuro.
La Adoración Correcta
En el libro de Daniel encontramos episodios donde la adoración se dirige erróneamente: Nabucodonosor ordena adorar a Daniel (Daniel 2:46‑47) y Daniel se postra ante un ángel (Daniel 8:17‑18). Juan reproduce este mismo error, pero recibe una corrección del ángel:
Apocalipsis 22:8‑9
“Yo, Juan, soy el que vio y oyó todas estas cosas. Cuando las oí y las vi, me postré para adorar a los pies del ángel que me las mostró. Pero él dijo: «No, no me adores a mí. Yo soy un siervo de Dios tal como tú y tus hermanos los profetas, al igual que todos los que obedecen lo que está escrito en este libro. ¡Adora únicamente a Dios!».”
El libro de Apocalipsis pone énfasis en la adoración a Jesucristo. Cuando Juan se postra ante Cristo en el primer capítulo, la respuesta es diferente:
Apocalipsis 1:17‑19
“Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto; pero Él puso la mano derecha sobre mí y me dijo: «¡No tengas miedo! Yo soy el Primero y el Último. Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba.
»Escribe lo que has visto, tanto las cosas que suceden ahora, como las que van a suceder.”
Conclusiones
En Apocalipsis 19 vemos que el Señor venga la muerte de sus siervos, castigando a la ciudad corrupta. Del trono salen voces de alabanza y de temor reverente. Las bodas escatológicas están listas; la novia es pura, no como la prostituta del capítulo 17. La novia está compuesta por quienes son puros y santos, que guardaron el testimonio de Jesús y cumplieron sus mandamientos.
Es como si toda la revelación —visiones, ángeles, ancianos, y secuencias proféticas— finalmente se resuelve en la voz personal y directa del mismo Cristo. Él es quien autentifica todo lo revelado (“Yo he enviado mi ángel”) y quien da la promesa final: "¡Sí, yo vengo pronto!" .
Esta estructura literaria refuerza que toda la revelación apocalíptica no es un fin en sí misma, sino que apunta hacia la persona de Cristo. El libro empieza con Cristo (Apocalipsis 1:4-17) y termina con Cristo. Y Cristo participa en todo el libro.
¿Por qué los griegos no tenían palabra para “azul”? – BBC Mundo (17 feb 2016) ↩︎
Storms, S. (2013, septiembre 28). Armageddon (what and when?). Enjoying God Ministries. Storms, desde una perspectiva amilenial, argumenta que “la geografía no es la preocupación principal. Donde quiera que tenga lugar, Armagedón es simbólico del derrocamiento final de todas las fuerzas del mal por el poder de Dios,” citando a Robert Mounce. Disponible en: https://www.samstorms.org/enjoying-god-blog/post/armageddon--what-and-when- ↩︎
Storms, S. (s.f.). The millennium, the final battle, and the final judgment – Revelation 20:1-15. Sam Storms Ministries. Storms identifica la batalla de Armagedón de Apocalipsis 16 con la guerra final de Apocalipsis 19-20, argumentando que son “descripciones diferentes de la misma batalla final entre el reino de Satanás y el reino de Cristo.” Disponible en: https://www.samstorms.org/all-articles/post/the-millennium-the-final-battle-and-the-final-judgment--revelation-201-15 ↩︎