

📖 1 Corintios 1:27-28
“Lo necio del mundo escogió Dios… lo débil… lo vil y menospreciado… para deshacer lo que es.”
Había un Rey.
Este Rey estaba en una torre preparando su casamiento.
El Rey manda a llamar a un amigo suyo, este amigo lo estaba ayudando y preparó una lista de juegos para el casamiento.
Brevemente le comenta al Rey uno de esos juegos que iba a hacer, donde los invitados tenían que adivinar nombres.
El amigo le menciona nombres de varones muy reconocidos, particularmente por su tarea visible.
También le menciona algunas mujeres que tenían relevancia en el reino, aunque aún no tenían su título de nobleza.
El Rey le pregunta, escuchando todos esos nombres:
—¿Pusiste a mi amada en la lista de adivinanzas con la letra I?
El amigo baja la cabeza y le dice:
—No, no la puse, perdón. Es que ella es… bueno, vos ya sabés cómo la miro. No es igual a vos. Ni es igual a nosotros.
El Rey contesta:
—Pero ella es la que va a ser la protagonista de la ceremonia. Entonces tiene que estar, es la novia.
💬 Reflexión
A veces tomamos que la Esposa del Cordero debe ser perfecta, y buscamos entonces toda la sabiduría de Dios.
Nos preocupamos más por hacer algo para el Esposo, y queremos hacerlo con excelencia.
Buscamos incluso imitar modelos o apariencias externas.
Pero no nos olvidemos de ella, a la cual también servimos.
Ella es simple, es humilde, no tiene grandes conocimientos tal vez, pero es hermosa.
Es perfecta para el Esposo.
Y ella merece ese respeto, y ser considerada, porque el Esposo la ama.
La ama como es.
Y los amigos del Esposo deben amarla.
Los discípulos de Jesús, los que fueron encomendados a predicar el Evangelio, dice el Señor que fueron llamados sus amigos.
Hoy, varios heredan dicha tarea.
Ama a la Iglesia.